Por Laura Isola
Perfíl edición impresa, domingo 4 de mayo de 2014
El artista
Cristian Turdera y el escritor Tobías Schleider se conocieron en Twitter en
2012 y de inmediato decidieron trabajar juntos en ese medio virtual. Desde
marzo de 2013, de lunes a viernes, publicaron en @ElTopoIlustrado una frase
ilustrada hasta completar 120 viñetas bilingües (castellano-inglés). En poco
tiempo, llegaron a tener más de 25 mil seguidores. Ahora acaban de sacar un
libro e inaugurar una muestra.
La
escena está fechada en 2012 y el lugar de encuentro es Twitter. Las cuentas de
Cristian Turdera y Tobías Schleider se ponen en contacto con sus respectivas
arrobas. Dicen que a instancias de Daniel Molina en el papel de celestino, en
ese mundo frenético de intereses diversos que ha reconfigurado, por lo menos,
la relación entre lo público y lo privado y los turnos de conversación.
Schleider es, y era en ese momento, @ElTopoErudito que usaba (y usa) los 140
caracteres que la red social habilita para practicar la sophia en estos tiempos,
más bien entendida como antes de Platón y Sócrates, sin la connotación negativa
que sofista tuvo después. Frases como fragmentos que indagan en las
posibilidades del conocimiento humano, de los sentimientos y los vínculos.
Schleider es doctor en Filosofía del Derecho, investigador y autor y traductor
de varios libros de ficción. Por su parte, Turdera es ilustrador, y juntos
hacen El Topo Ilustrado, que en la versión original es @ElTopoIlustrado, una
cuenta de Twitter en que se repartieron los espacios para publicar
ilustraciones y pensamientos. Físicamente se conocieron un tiempo después. Lo
que ocurrió de inmediato fue la alquimia que permitió este proyecto de a dos
que tuvo sus consecuencias: una muestra en la galería Mar Dulce que puede
visitarse por estos días y un libro con el auspicioso “volumen I” que hablaría
de una continuidad. Porque el choque entre los planetas de Turdera y Schleider
fue muy poderoso y, sobre todo, original. En ese sentido, El Topo Ilustrado no
es ni por asomo los dibujos que Cristian hace de las frases de Tobías. La
complejidad de la relación entre la imagen y el texto promueve una
resignificación de la retórica de la imagen, tal como la aprendimos con Roland
Barthes. No hay anclaje en esa función lingüística, y tampoco un sentido de
connotación. El contacto visual entre las palabras (que escribe Schleider) y
las cosas (que dibuja Turdera) produce una yuxtaposición un poco mágica. Ni la
imagen –ese literal denotado– ni los textos –esos que controlan, complementan,
guían, redirigen– están en su lugar habitual. Lo que hay es deriva. Como si
entre ambas partes hubiera un flujo de sentido deforme, como una pasta
gelatinosa que adhiere ambas superficies pero sin pegarlas del todo. Las
incita, las promueve, al tiempo que las pone en fuga para que se disparen a
territorios insospechados. De hecho, ésa es la consigna de trabajo. Ver lo que
cada uno quiera ver: Turdera no ilustra lo que escribe Schleider. Es tal como
explica Molina en el texto que acompaña la exhibición: “Sólo bajo el signo de
lo anfibio es posible pensar la obra de este artista único que es
constantemente engendrado por dos”. Para el crítico, Twitter es la condición de
posibilidad de esta empresa. Prefiero imaginar el encuentro entre Tobías
Schleider y Cristian Turdera en las esquirlas de un humanismo todavía posible.
Aunque ya sabemos que esa comunidad de amigos que se envían cartas no es
posible porque lo aprendimos en la detección sobre el naufragio del humanismo
que hace Peter Sloterdijk en Normas para el parque humano, El Topo Ilustrado
nos ilusiona con ese modelo de intercambio. Nos entona una melodía nueva pero
con notas que ya sabemos. Nos da confianza, que es una forma moderada, pero
efectiva, de felicidad y nos recuerda que “la verdad está en (la letra chica
de) los sueños”