Andy Mermet, Bestiario
Por Eugenia Viña
Radar
(Página/12), 16 de julio de 2017
En su nueva muestra, Pensamiento salvaje, la
ilustradora Andy Mermet remite a los imaginarios de los manuales de biología y
los libros clásicos de los naturalistas para pensar la relación entre infancia,
animales y creación. Un poco de romanticismo alemán, pintura flamenca –hay
referencias directas a El Bosco– y citas a Beatrix Potter conviven en sus
dibujos obsesivos y bellos.
Desafiando
el sentido común y todos los lugares comunes más pobres y aburridos, la
artista Andy Mermet regala a cada espectador través de sus dibujos el derecho a
mirar mucho más allá de lo que vemos.
Mermet
planta bandera en la naturaleza, le hace un homenaje poético y también hace de
ella su filosofía y su ideología. Pensamiento salvaje, así lo bautiza Fabiana
Barreda en su precioso texto de muestra. Andy lo llama mística, superstición,
infancia o simplemente naturaleza. “Siempre trabajé con la naturaleza, ahí
están los seres que amo y con los que más empatía tengo”, dice la artista.
Totem y
tabú, sus obras más recientes, son monumentos orgánicos donde su ideología se
alza desde la tierra hasta el cielo. Son dos obras que forman parte de la
exposición, compuesta por varias series, realizadas durante los últimos tres
años. La acompañan Topografías, La piel que habito, Royalty Friends y Biología
Forense (Radiografías).
Topografías
son retratos cautivantes donde los cuerpos no remiten a los órganos, sino a la
energía vital, que la artista traduce en paisajes y relieves.
Biología
Forense (Radiografías) inquieta generando la pregunta sobre si esos seres están
vivos. ¿Son radiografías, percepciones de bruja que logra ver los esqueletos
que los mueven o son fantasmas? Están, a través de líneas blancas, vivos y muertos
al mismo tiempo, en un limbo donde todo es posible. Como el purgatorio de El
Bosco, fragmentos que habitan sus pájaros (grulla, halcón, búho, cuervo) con un
dibujo circular, minucioso –obsesivo y bello– que la artista trabaja con
lupas.
Las acuarelas
de la serie La piel que habito son metamorfosis. Serpiente ouroboros que se
muerde su cola, larva que en segundos será mariposa, los insectos que anidan
geografías que son paisajes que son escenas, están embarazados de tierra,
raíces y montañas, rizomas y semillas.
La artista
hace de bióloga, científica vidente y hace cortes mágicos de los animales en
Topografías, despabilándonos de las lecturas limitadas de los manuales
escolares, reforzadas por los aburridos y previsibles discursos que se replican
hasta el cansancio con ambiciones de saber, como si la creación, el cambio
permanente y el misterio no fueran posibles. Como si los secretos no
existieran.
Hija de
actores –su padre era también médico y publicista– Andy Mermet reinventa
la ciencia y nos muestra una representación gráfica de los animales con sus
superficies terrestes, relieves donde lo poético y lo esencial le ganan a lo
descriptivo y lo académico. Hace de los seres, los animales, espacios
geográficos y también simbólicos: fragmentos de pinturas del Bosco pueblan la
pancita de un gorrión, el colibrí tiene burbujas, sexo y flores carnívoras
mientras que el retrato blanco y negro del búho nos mira a nosotros
espectadores, pero sobre todo ese pájaro sabio mira el paisaje que lo puebla
para devolver toda esa locura de lo posible, y toda la belleza, en su mirada
sin fondo.
La serie
Royalty Friends está inspirada en su infancia donde prevalecían la cultura
alemana, especialmente el romanticismo, pero también la pintura holandesa y los
cuentos ingleses de Beatrix Potter. Cuenta la artista: “Entro y salgo de la
infancia todo el tiempo. Eso me parece lo gracioso y es el desafío más
importante, lo que me protege”. Allí están sus animales –loro, avestruz,
gato y conejo– donde el marco dorado aristocrático y la ropa denotan su pasado
de vestuarista, que a su vez hacen nido en las obras de teatro que sus padres
le regalaban cuando cumplía años y cuyo recuerdo la artista guarda vivo
en su memoria.
Imaginario
emparentado con la literatura fantástica, las obras invitan a caminar por un
país hermano al de Alicia, repleto de maravillas y de espejos abiertos. Como la
literatura inglesa para niños en sus comienzos, donde se humanizaban los
animales y se animalizaban los humanos, no sólo para jugar sino también para
ofrecer otra mirada del mundo, para barajar otras forma de ser en el mundo. El
gato que pesca un pez sólo para conversar con él o un avestruz con más ropa que
cuerpo, ironías para sublimar las ridiculeces que Mermet detecta en las poses
humanas.
No hay
sufrimiento en el bestiario fantástico de Mermet: hay tristeza, una melancolía
profunda. El peso del alma se expresa en las miradas de cada uno de sus
dibujos, de sus animales, de sus seres.
Dios como la
fuerza que late, motor del corazón y de las radiografías que sus ojos detectan
para sublimarse en obras, fragmentos del universo que nos llevan hasta el borde
para preguntarnos qué hay allí, en ese espacio infinito, donde no vemos. El
horizonte de Andy Mermet no está delimitado por lo visible. Adornos que
introducen un imaginario infantil pero no sólo para embellecer sino también
para despertarnos una poética, mirada desprejuiciada y mágica de los niños que
muchas veces nos fuerzan a olvidar para convertirnos en “adultos”.
Ahora
podemos ser gatos, podemos ver más allá de la percepción. Percibir como un
superhéroe o una bruja esos seres en blanco y negro. Como la dulzura infinita
de los ojos del oso que parece haber llorado durante años, o un conejo
confundido, un tanto desorbitado, que no por eso pierde la gracia.
Dios o la
naturaleza, dijo el filósofo Spinoza y casi muere quemado en la hoguera de la
Inquisición. La artista parece creer lo mismo, y nos regala esa filosofía en
sus imágenes: la maravilla de la creación, con sus misterios y sus sabias
cadenas, que viven y se replican en cada uno de los seres de la tierra.
El universo
que presenta Andy Mermet desdramatiza el mundo humano, para iluminar una verdad
olvidada. Somos animales con muchas máscaras y pretensiones. Pensamiento
salvaje retrata seres que nos enternecen profundamente, nos convocan con sus
ojos infinitos que miran mucho más allá de lo que ven.
Pensamiento
salvaje se puede ver hasta el 26 de agosto en Galería Mar Dulce, Uriarte 1490,
de martes a sábados de 15 a 20.