Revista Bacanal
El arte de comprar arte
por Sandra Martínez
septiembre 2012
Con un presupuesto acotado, cualquiera
puede disfrutar el placer de tener obras originales en casa.
“Los motivos para coleccionar arte son
muchos” define Ral Veroni, de la Galería Mar Dulce (Uriarte
1490), un espacio dedicado a las obras de pequeño y mediano formato de artistas
rioplatenses contemporáneos. “La mayoría empieza buscando algo para decorar la
casa. Pero a medida que empezás a comprar arte te das cuenta de su presencia
simbólica y el mejor coleccionista es el que respeta su visión del mundo, de
las cosas de las que quiere rodearse. Puede ser un tema erótico o flores y
pájaros, o un estilo colorido. Esas elecciones pueden completar o compensar
características propias. La gente a la que le gustan los temas tenebrosos, por
ejemplo, suelen ser personas sedentarias que encuentran en esas imágenes la
carga de adrenalina que les falta”.
Pero para entender qué nos gusta, será
necesario conocer las opciones que se nos ofrecen. Un buen punto de partida es
informarse sobre las diferentes técnicas. Si nos gusta la pintura ¿óleo,
acrílicos o acuarelas? ¿Cuáles son los diferentes soportes? ¿Qué quiere decir
técnica mixta? ¿Hay alguna diferencia entre un grabado y una litografía? ¿Una
serigrafía se considera una obra original? ¿Qué es una impresión giclée? ¿Una
fotografía impresa después de la muerte del fotógrafo es parte de su obra? El
Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA)
tiene una de las bibliotecas dedicadas al arte más completas de la ciudad,
aunque hoy en día no hace falta moverse de casa para aprender, basta con
Google. Las preguntas pueden parecer abrumadoras, pero conocer las respuestas
nos permite desarrollar nuestro gusto y guiar nuestras compras para que sean
rentables. Porque, por supuesto, no hay que descartar el coleccionismo como
forma de inversión. “Una obra puede incluso sacarte de un apuro económico”,
resume Veroni.
Perder el miedo
Es necesario vencer la
reticencia hacia las galerías y comenzar a entrar para mirar y preguntar. Si la
timidez nos hace sentir incómodos en las más conocidas, las que tienen a los
artistas más vendidos en la actualidad, no hay problema: hoy en día Buenos Aires
es un terreno fértil para las galerías pequeñas donde se exponen artistas
emergentes que además resultarán más posibles para nuestros bolsillos. En su
ambiente descontracturado podemos encontrar galeristas muy dispuestos a hablar
con gusto de los artistas que representan, descubriendo para nosotros facetas
de cada obra que se escapan a simple vista, conexiones entre diferentes
artistas o estilos, inclusive ofreciéndonos obras que pueden interesarnos y que
no estén exhibidas en ese momento.
La inauguración de una nueva muestra
también es un buen momento para visitar una galería. En ese caso es muy
posible que encontremos al artista y podamos conversar directamente con
él sobre su obra: conocerlos personalmente puede llegar a influir una compra
(no siempre para bien, por cierto). Las muestras colectivas, por otro lado, son
una excelente chance de encontrar nuevos talentos.
Otros espacios de compra
Las
ferias tienen sus propias ventajas. Las más importantes, como ArteBA y
Expotrastiendas son una gran vidriera donde podemos ver de un pantallazo lo que
nos llevaría muchas tardes recorriendo diferentes galerías. El problema es que
con tanto para mirar se pueden volver un poco agobiantes, por lo que conviene
ir con alguna estrategia. Quizás pensar un recorrido limitado buscando solo el
tipo de arte que más nos interesa, o uno bien a fondo pero con descansos
intermedios para evitar la saturación y no terminar pasando por los stands a la
misma velocidad que lo haríamos por la góndola de un supermercado.
Otro tipo diferente de ferias surgida en
los últimos años bajo la influencia de la New York Affordable Art Fair,
son las que buscan generar un vínculo entre los artistas y el público.
Las referentes en este caso son Arte Espacio (del 13 al 18
de septiembre en Espacio Darwin, en el Hipódromo de San Isidro) y Boutique de Arte (del 27
de septiembre al 1 de octubre en Espacio Pilar, Av. Chile 1963, km. 47
Panamericana).
“El arte debe ser accesible a todos, por
eso alentamos el trato directo y la adquisición de obras originales” explica
Julia Alemán, directora general de Arte Espacio, una feria que se autodefine
como Almacén de Arte.“Para los que no tienen el hábito de visitar galerías esta
propuesta es ideal, porque reunimos 160 artistas de diferentes disciplinas en
un mismo lugar y se crea un diálogo muy interesante donde el público puede
conocer la visión del artista sobre cada obra. Eso te engancha más con lo que
vas a comprar”.
Otra característica que la diferencia de otras ferias y de
muchas galerías es que los precios suelen estar a la vista y además todos los
artistas deben tener por lo menos 15 propuestas en formato chico, cuyo valor no
supere los $500. “En la feria, además, la gente puede seguir la evolución de
sus artistas favoritos año tras año, una costumbre muy recomendable para los
que están armando su colección”, concluye Julia.
En la era de Internet es
mucho más fácil hacer contacto directo con los artistas e incluso arreglar
citas para conocer sus talleres. En principio puede parecer una ventaja el
trato sin intermediarios. Pero, a menos que se tenga una fuerte personalidad,
hay que pensar si podremos manejar sin sentirnos presionados las expectativas
de compra que pueda generar nuestra visita y si vamos a sentirnos cómodos a la
hora de negociar un precio o irnos sin nada, sin temor a herir su ego.
En
Internet también se ofrecen servicios como el de Art Delivery. Su curadora,
Andy Benegas, explica el concepto: “les acercamos la obra que les hace falta en
cualquier espacio que requiere algo especial, un cuadro, una foto, una
escultura. Tenemos un catálogo de obras disponibles de distintos artistas, pero
también buscamos a pedido lo que el cliente tiene en mente. Después
llevamos las opciones a su casa o lugar de trabajo para que puedan verlas en
vivo y probar cómo quedan antes de decidir la compra”.
Otra tendencia que
acerca el arte al público es la venta en lugares no especializados. Uno puede
encontrar obras en espacios de decoración como Casa Fad (Guatemala 5657)
donde ofrecen como complemento de sus muebles de estilo retro pinturas y
grabados desde $240 y muy pronto inaugurarán una mini galería dentro de su
showroom. O en tiendas de diseño como CouCou (Freire 1302),
donde se pueden conseguir serigrafías de la ilustradora Sol Linero desde $200 y
hasta en restaurantes como Boulevard
Sáenz Peña (Boulevard Sáenz Peña 1400, Tigre), que en su galería
ofrece obras pequeñas de Milo Lockett desde $700 y esculturas de Pablo
Vodopivec desde U$150, entre otros.
Así como las piezas Art Nouveau en algún
momento fueron parte de la decoración de cualquier hogar y hoy se exhiben en
los museos, el universo de las artesanías también es una puerta abierta para
los nuevos coleccionistas. Las cerámicas de Lola Goldstein, por ejemplo, se
pueden conseguir en la ya mencionada Galería Mar Dulce. Y los delicados
bordados de Leonor Barreiro se suelen exhibir en Formosa (Delgado 1235),
una pequeña e interesante galería ubicada en Colegiales.
Algunos diseñadores,
por su parte, están rescatando las técnicas más antiguas del oficio. Ex Industria Argentina
tiene un taller que vale la pena visitar para conocer la imprenta Minerva,
donde realizan muchos de sus trabajos, ver las tintas, los cajones llenos de
tipos y después llevarse por unos pocos pesos alguna postal dedicada a
Pugliese. Y Prensa La
Libertad crea interesantes afiches con distintas técnicas
(xilografías, imprenta de tipos móviles, lasergrafía), algunas de edición
limitada, que se pueden comprar desde $50.
El arte en casa
La disposición y cuidados
de las obras también son parte importante del coleccionismo. El decorador
neoyorkino Jeff Bilhuber recomienda no apresurarse a poner un clavo en la pared
y destinarle ese lugar a la nueva adquisición. Por el contario, pasar un tiempo
ubicándola en distintos espacios, aunque más no sea apoyada contra un estante o
sobre una silla, ayuda a encontrarle su lugar más adecuado. La forma de ubicar
las obras dice tanto de nuestra personalidad como la propia colección, y no
está demás intentar opciones más osadas, como ponerlas a baja altura para
disfrutarlas cuando estamos sentados.
Ral Veroni de Galería Mar Dulce también tiene algunos tips
sobre el tema: “No es necesario colgar todo lo que compramos. La mesa de luz,
por ejemplo, es un buen lugar para disfrutar una obra de formato pequeño”. Otra
opción que propone es cambiar periódicamente su ubicación: “muchas veces nos
damos cuenta de cuánto nos gusta una obra cuando la sacamos de su lugar: ahí
sentimos que la extrañamos. Rotarlas puede ayudarnos a refrescar la visión de
algo a lo que ya nos habíamos acostumbrado”. La ubicación, además del
sentido estético y personal, debe cuidar los factores ambientales: las luces
tipo spot pueden arruinar un óleo, la luz natural puede decolorar una acuarela
o una fotografía. La humedad y los cambios bruscos de temperatura son nocivos
para todas las técnicas, pero especialmente las que están soportadas sobre
papel. En esas cuestiones preguntar a galeristas y artistas es de gran ayuda.
Una
colección es, más allá de la inversión o el sentido estético, un reflejo de lo
que somos. Un lujo que no cuesta más que una prenda de marca o un buen vino.
Solo hay que animarse a empezar.