Diario Perfíl 17.08.12, por Daniel Molina
En el país de Nunca Jamás :: Isol en Galería
Mar Dulce
Por Daniel Molina
Perfíl, edición impresa, suplemento cultural viernes
17 de agosto
Vidente natural
alberga más de viente dibujos realizados en carbonilla, collage y óleo pastel.
Pese a austeridad aparente, cada uno de sus cuadros encierran pequeños recortes
de una historia mayor. Ambientaciones edificadas por líneas simples y formas
geométricas.
En mayo de 1967 se comenzó a editar la colección
Cuentos de Polidoro, dirigida por Beatriz Ferro: fue la primera publicación
semanal del Centro Editor de América latina que se conseguía en los kioscos.
Cada uno de los capítulos contenía una historia completa. Podía ser una
aventura de Pinocho, un relato de Las Mil y Una Noches, un cuento de Perrault o
de los hermanos Grimm o una historia de La Biblia o del Quijote, pero algo las
caracteriza a todas por igual: habían sido traducidas y adaptadas con maestría
y, además, ilustradas por artistas geniales: desde Napoleón a Hermenegildo
Sábat, pasando por Grillo y Ayax Barnes. Fue quizá la primera colección de
cuentos infantiles publicada en la Argentina que dio tanta importancia a la
imagen, hasta el punto que se convirtió en punto de referencia para las futuras
colecciones de las mejores editoriales dirigidas al público infantil. La huella
de aquellos pioneros pervive en la obra de Isol (Marisol Misenta, 1972 Buenos
Aires). La intensidad de esa huella es visible no solo en sus libros dedicados
al público infantil, sino también en la muestra Vidente Natural, en la
que presenta más de 20 obras: cada una de las cuales es como uno de los versos
de un largo poema imposible de completar.
Isol es cantante (fue vocalista del grupo pop Entre
Ríos y cantante lírica del grupo de música barroca The Excuse, entre otros),
compositora, escritora, ilustradora y artista visual. Si bien cada una de sus
intervenciones en los proyectos que encara es singular, su producción total
puede también verse como un continuum sin interrupciones: una perfecta cinta de
moebius en la que todo se conecta con todo. La muestra Vidente Natural
es un mapa probable de ese mundo ininterrumpido que es su producción artística:
una especie de rompecabezas infinito del que se han rescatado algunas fichas al
azar, pero que permite, sin embargo, formarse una imagen -lúdica, alucinógena,
lúcida e inestable- del Todo (de ese Todo que nunca podrá alcanzarse). En cada
una de las obras de Isol hay un “algo de menos” (un hueco o vacío) que invita
al espectador a completar el cuadro. Es difícil que al ver sus dibujos de Vidente
Natural el espectador no se pregunte “¿cómo sigue la historia?”. Los
dibujos funcionan como disparadores de relatos que deberían ser continuados por
los que los miran. Relatos visuales que no temen incluir palabras. Pero estas
palabras, sin embargo, no imponen un sentido imperial: más bien, abren la
historia a nuevas posibilidades.
Líneas simples. Dibujos esquemáticos. Formas
geométricas que sugieren figuras animales o trozos del cuerpo. Papeles
translúcidos. Papeles opacos, pero brillantes o con estampados de fuerte
impacto visual. Objetos minúsculos y animalitos inverosímiles. Isol no desecha
nada: todo puede servir para construir el clima de sus historias en un único
cuadrito. Esa sería la idea: crear el clima. Sus obras son ambientaciones.
Aunque sus personajes y las situaciones en las que los coloca tengan la
potencia del relato, lo que percibimos es una invitación: un clima.
Es un clima que tiende al delirio, pero sin
exagerar. Una mujer tiene una gallina en la cabeza. Una niña-pájaro lleva de la
mano a un niño-gato que, a su vez, sostiene un muñeco-rata. Una chica es
atravesada por un animal. Una señora espera sentada frente al mar, junto a una
valija. Un jinete monta un animal bicéfalo. Todo es casi normal, como en los
buenos sueños. Los personajes que Isol retrata parecen provenir de Nunca Jamás,
ese mundo en el que los niños nunca crecerán. Ese mundo en el que todavía
pervive el niño que fuimos.